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EL SÍNDROME DEL MIGRANTE CON ESTRÉS CRÓNICO Y MÚLTIPLE

EL SÍNDROME DE ULISES

Hace unos meses, en el blog del Aula de Dinamización Intercultural de Torrelavega (dedicado a asesorar al profesorado en el ámbito de la interculturalidad en Cantabria) publicamos un artículo basado en las evidencias del Dr. Achotegui, que venían a respaldar aquello que nuestro alumnado y sus familias contaban. Os dejamos el fragmento y el enlace al post. Esperamos que os guste.

“y Ulises pasábase los días sentado en las rocas, a la orilla del mar, consumiéndose a fuerza de llanto, suspiros y penas, fijando sus ojos en el mar estéril, llorando incansablemente…” (Odisea, canto V, 150)

“me preguntas, Cíclope cómo me llamo… voy a decírtelo. Mi nombre es nadie y nadie me llaman todos…” (Odisea, canto IX, 360)

Todos/as hemos oído hablar de Ulises. Éste fue un héroe griego que padeció innumerables adversidades y peligros lejos de sus seres queridos y, aunque emigrar constituye uno de los rasgos distintivos de nuestra especie y se encuentra en la base de nuestro gran éxito como tal (Science, 2003), ¿cómo es que emigrar resulta tan terrible para mucha gente, hasta el punto de afectar a su salud mental? La razón puede ir encaminada a que si para sobrevivir, se ha de ser nadie, no es posible tener identidad, ni autoestima, ni integración social y así, tampoco es posible la salud mental.

Este post, pretende ser una somera explicación de qué se trata el Síndrome del migrante de manera que vosotros/as, personas que conocéis a vuestro alumnado, estéis más receptivos a sus síntomas y podáis actuar en consecuencia para evitar o minimizar el dolor que conlleva.

Imaginemos que entramos en una habitación en la que se eleva la temperatura hasta los 100 grados. Lo más probable es que comenzáramos a experimentar mareos, calambres… ¿Estaríamos enfermos? Definitivamente, no. Tan sólo con salir al exterior, esos síntomas desaparecerían, por lo que corresponderían a un intento de adaptación fisiológica. Con esto, queremos transmitir que los síntomas que vamos a describir a continuación no deben banalizarse, ya que pueden acabar en patologías más graves (depresión, psicosis…), pero tampoco medicalizarse, ya que es una situación generada por unas circunstancias determinadas que, al desaparecer, mejoran.

La migración es un acontecimiento de la vida que, como todo cambio, presenta ventajas (nuevas oportunidades) y dificultades (estrés, tensión, situaciones de gran esfuerzo) y que se considera factor de riesgo para la salud mental si existe vulnerabilidad y los estresores son altos.

CARACTERÍSTICAS

El duelo migratorio, además posee características muy específicas que lo diferencian de otros duelos (ej. La muerte de un ser querido), que han de ser tenidos en cuenta y que describimos a continuación en el siguiente cuadro.

Como veis, se trata de un duelo parcial ya que, el objeto anhelado no desaparece… cabe la posibilidad de regresar algún día al país de origen aunque, como vemos en muchas ocasiones, esta posibilidad sea remota.

Se trata de un proceso recurrente, en el que se reavivan los vínculos constantemente (una llamada de teléfono, información del lugar de origen…).

Además, cuando la persona emigra, ya está condicionada por lo que ha vivido en la infancia, por el vínculo creado. Tanto nuestro alumnado y sus familias, tendrán mayores dificultades de adaptación cuanto más tiempo pasaron en su lugar de origen y más vinculados se encuentran al mismo.

Posiblemente, ninguna otra situación de la vida supone tantos cambios como una migración, siendo más acusados cuanto más lejana y distante sea la migración. Tal y como plantea Achotegui (2002), se plantean 7 duelos relacionados con la familia y los amigos, la lengua, la cultura (costumbres, religión, valores…), la tierra (paisajes, colores, olores…), el estatus social (trabajo, documentación, vivienda, posición social…), contacto con el grupo étnico (prejuicios, racismo…) y los riesgos para la integridad física (viajes peligrosos, riesgo de expulsión, indefensión).

Igualmente, afecta a la identidad, para bien y para mal. Si va bien, favorecerá que la persona madure, y si va mal, desestructurará al sujeto en el plano psicosocial y psicológico.

Igualmente, en el proceso, se han identificado diferentes etapas aplicadas al duelo por migración (Bowlby, 1985):

1. Negación, no aceptando el cambio en primera instancia.

2. Resistencia o protesta, ante el esfuerzo que supone dicho cambio.

3. Aceptación de la nueva situación en el país de acogida.

4. Restitución o reconciliación afectiva con lo que se ha dejado atrás y las nuevas circunstancias.

Es interesante tener en cuenta que en la persona que migra se desarrolla una ambivalencia amor-rabia hacia el país de origen y el de acogida debido al sufrimiento generado por la situación y que afecta no sólo a los que migran, sino también a los que se quedan en el país de origen.

Para la mayoría, volver a su lugar de origen se convierte en una nueva migración con todo lo que ello supone ya que, al regresar, llega una persona muy diferente a la que un día marchó existiendo una sensación de falta de pertenencia tanto al país de origen como al de destino.

Es importante señalar que un alto porcentaje de alumnado pertenece a una generación con nacionalidad españoles, siendo hijos/as de personas que un día migraron y que no llegan a ser ciudadanos de pleno derecho en la sociedad de acogida acusando un duelo migratorio transgeneracional con algunos de los síntomas descritos con anterioridad (identidad, ambivalencia…).

SINTOMATOLOGÍA

Teniendo en cuenta que los estresores más importantes en nuestro alumnado y sus familias son la separación forzada de los seres queridos suponiendo una ruptura del instinto de apego; en muchos casos, la desesperanza que supone el fracaso del proyecto migratorio y la ausencia de oportunidades; la lucha por la supervivencia (alimentación vivienda…); o el miedo que se viven en muchas ocasiones en el propio viaje migratorio (mafias, detención y expulsión, indefensión al carecer de derechos…), hacen que a mayor número de estresores, se refleje en una mayor cronicidad creando una indefensión aprendida desembocando en depresión (tristeza, llanto), ansiedad (tensión, insomnio, irritabilidad), somatización (fatiga, cefaleas, dolores articulares) y confusión.

Y... ¿QUÉ PODEMOS HACER NOSOTROS/AS?

Tras exponer este escenario y antes de que vosotros mismos experimentéis una indefensión aprendida… ¿Qué es lo que podemos hacer como docentes?

Tal y como se expresó con anterioridad, en primer lugar y lo mas importante es abrir nuestros sentidos a la detección de estas señales de alarma y en segundo lugar, tener claro a quién acudir para prevenir o minimizar el impacto de estas circunstancias en la salud de nuestro alumnado y sus familias.

El Síndrome de Ulises, se halla inmerso en el área de la prevención sanitaria y psicosocial más que en la del tratamiento. La intervención deberá ser, fundamentalmente, de tipo socioeducativo y de contención emocional, por lo que los profesionales que mejor pueden atenderlo son los psicólogos, trabajadores sociales, educadores sociales y otros profesionales asistenciales, sin perjuicio de facilitar desde los centros apoyo, información y orientación a las familias sobre cualquier tema que suponga una mejor adaptación tanto del alumno/a como de la propia familia (información sobre el sistema educativo, sistema de evaluación, funcionamiento del centro, extraescolares, actividades de los ayuntamientos, ayudas y becas, etc….)

Para cerrar el post, me gustaría que sintierais que sois una pieza clave para la mejora de la vida de muchas personas que se desarrollarán como adultos maduros y resilientes gracias a la ayuda de una red social de la que sois una parte fundamental.

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